Pasado mañana hará un mes que entré por primera vez en el antiguo convento de Las Clarisas de Gijón en la imperiosa Universidad Laboral como becario. O practicante, que es como me gusta decir a mí. Un mes que me resulta ahora como media vida. Y no por ser mala experiencia, al contrario. Por encontrarme como en casa.
A fin de cuentas es la casa de todos los asturianos, pese a que muchos no se diesen cuenta aún y pese a ciertos errores en la gestión. Pero no es momento para criticarla, no me vendría bien. Bromas a parte, no voy a esconder (nunca lo hice) mi apuesta por una tele pública asturiana.
La Radio Televisión del Principado de Asturias es una joya que los asturianos no entendemos, al menos en la información. Le pasa como a la llingua y como a tantas cosas tan manoseadas por las ideas políticas y que no las sabemos proteger.
Tampoco voy a decir que no tengo quejas, claro que las tengo. Nada es perfecto y menos un ser tan joven y cuyos y tutores son políticos y muchos de ellos contrarios a su existencia. Pero, siguiendo el mismo símil, esos son solo los tutores, los padres son todos y cada uno de los asturianos.
Por y para los asturianos. Cada uno de su padre y de su madre, como los que ocupamos la redacción de informativos. Una redacción que envidian tantos compañeros míos. Allí hay de todo como en todos los lados. Fijo que hay malos rollos entre alguno, pero yo no los vi. Sólo noto los buenos.
Como decía en broma a mis compañeros, ya salgo solo y me dejan cruzar sin cogerme la mano. No son temas grandes. Pero yo los veo inmensos. Son "mis" temas. De momento me tocó un poco de todo: algo de política, noticias de servicio público, incluso economía (¡menos mal que Olalla Pena, que sabe de esa ciencia del demonio, me lo corrigió!)...
Pero lo gordo llegó la semana pasada. Nunca pensé que en mis primeras prácticas me iba a tocar algo así. Aunque la cercanía no es muy grande, lo que pasó en ese tren que llegaba a Compostela nos tocó a todos un poco. Desde la ya mencionada Olalla que tuvo que irse corriendo aquella noche con Javi (el primer cámara con el que salí a cubrir algo) para su ciudad, hasta los que nos quedamos en la redacción.
Ese jueves, fiesta de Santiago, no fue un jueves normal. Aunque no hubo una programación especial, todos trabajamos en el tema. A mí me tocó explicar el increíble trabajo que realizan los equipos de apoyo psicosocial. Quienes por cierto, siguen trabajando con familias, heridos, testigos y voluntarios.
A otros se les encargó contar qué había pasado, otros, indagar en un porqué que nadie sabía. Pero nuestra búsqueda incansable era la de algo que nunca quisimos encontrar y que, gracias a Dios, al final no lo hicimos: un asturiano en el tren.
No me gustó nada esa información. A ninguno, pero hay que hacerla. Como tampoco me gustó ver las imágenes que algunos medios publicaron. No sé hasta que punto eso había que hacerlo. Precisamente, el día anterior, una persona disparó a otra en la cabeza en Avilés y había imágenes que no emitimos por su gravedad. Pero que pude ver. A veces este trabajo, como todos, no es lo agradable que debería.
Pero, nunca habrá una asignatura en la facultad de "Cómo afronta un medio una catástrofe" y nosotros (porque allí somos cinco practicantes, bueno, alguno es becario...), llegaremos al mundo laboral con ella impartida.
Ahora que lo pienso, esta experiencia es un máster genial del buen hacer. Sin ser pelota, nunca lo fui. Pero cuando me gusta algo, lo digo. Y en tele soy muy crítico, porque veo mucha y me gusta la buena.
Me queda otro mes. Y otra experiencia nueva, un finde, el de esta semana.
Ya os contaré. De momento.
Buenas noches