O MEMORIA DE UNO DE LOS MIL HIJOS DE SAN FELIPE (de Borbón)
Los que me conozcáis, sabéis que el tema corbata no es, ni mucho menos, novedad para mí. Vivo, durante seis meses al año, ahogado y rodeado por, en torno, a 500 de las mismas. Pero lo de ese día es especial, porque cobra, casi, mayor valor social el atuendo que vistas que el porqué de que estés allí. Si ya el físico te acompaña, ni te cuento. Y si eres la esposa del hijo del jefe de Estado, pues te inventamos la belleza.
A las diez y cuarto de la mañana, ya estaba vestido con el uniforme de invierno (dígase del traje asturiano) de la decana banda de gaitas Avante Cuideiru, detrás de una de esas plataformas para cámaras de televisión, sita en la esquina de Gil de Jaz con General Yagüe. O lo que es lo mismo, en frente del que parece el único hotel de Oviedo, el de la Reconquista.
Para muchos, será llamativo saber que el lugar donde se reúnen las personalidades más importantes del mundo cuando les da por venir a Oviedo y que Woody Allen hizo escenario de Vicky Cristina Barcelona, fue hospicio, cuartel y hasta cárcel de mujeres. Pero parece extraño que frente a esa ovetense prisión femenina se congreguen durante tres días, a tres turnos, decenas de ciudadanos que, como buitres, acechan a su presa que no es más que el saludo de un periodista conocido, o si hay suerte, la mano del Presidente de Cantabria.
Son ya y media y, salvo la salida y vuelta a entrar, como un torpedo, del Padre Ángel, no hay más movimiento. Como suele ser habitual respondo, con pocos datos y mucha imaginación, a un señor que me pregunta lo de siempre, -¿cuándo empieza?, ¿dónde tocáis?, ¿van a salir los Príncipes?... -Por dentro me río, -¿los Príncipes, antes de las once de la mañana?...- En fin…
Por fin aparece la horda pixueta, por la esquina de Toreno. Y Sergio, el bombo y yo, delante del resto hacemos acto de presencia en las escaleras del hotel. -Sergio, mira el Padre Ángel. Ye la tercera vez que lu veo salir en lo que vos llevo esperando.- Llegan los demás y comienza el ritual de enfaxáu. Lo que, como es normal, actúa de imán para tres o cuatro televisiones, dos o tres fotógrafos y la atención de los observadores ovetenses que madrugan para ver el paisaje y el paisanaje. Somos la exclusiva de Telemadrid, Sergio y Gatito, entrevistas estrella.
Sobre las once, aparecen los que de la Losa venían de ensayar. Nuestros directores y nuestro nobel estrella de la gaita, tocan bajo la batuta de Xuacu Amieva, la Alborada de los Premios, cuya partitura recuerdo ahora que esta un bolsillo de mi chaleco. Esos primeros sones actúan de despertador para los de dentro y para nosotros que en sesenta segundos estamos colocados y tocando, como habitual novedad y de veterano estreno, la Danza Queimada. A veces pienso que Bastarrica pensó en nosotros cuando tituló la canción.
Y, así, como el año pasado, era otro de los más de mil hijos de San Felipe. Porque, uno de los mayores atractivos del evento es la participación de más de mil gaitas, tambores, bombos, acordeones, panderos y gente, que aunque efectivamente bailasen, sólo estaba allí para lucir traje. Pero eso será por la tarde, por la mañana el protagonismo lo llevamos nosotros, Naranco (que no me preguntes por donde andaba) y la bigeneracional Reina del Truébano, que tocaban justo cuando no llegaba nadie, lo que nosotros aprovechamos para respirar un poco.
La mañana transcurría y las entradas y salidas (éstas últimas a causa de un reportero del Sálvame) eran continuas: una muy popular Rosa María Calaf, el promulgador científico Eduard Punset que se iba volver loco o se iba a pelear con no sequien, ese hombrecillo del deporte de la Primera llamado Sergio Sauca (en vez de la habitual María Escario), Pepa Bueno firmando autógrafos acompañada de director de informativos de RTVE, la extraña pareja: Lluís Xabel Álvarez con la ministrina de Cultura Mercedes Álvarez, que luego imaginé que sería Amelia Valcárcel y así se rompió la humorística situación.
Suena Panderetera y aparece una furgoneta de pasajeros azul marino, salen tres personas; por otro lado se ve entrar al hotel una silla de ruedas. Del automóvil asoma una figura de gran volumen, su movimiento es pausado, cansado, incapaz. Los tres individuos lo intentan sujetar y conseguir que suba los cuatro escalones que lo llevan a la entrada. Manuel Fraga es un fantasma, casi una momia de sociomundo español.
Aplausos, ¿Qué pasa?, ¿Quién llega?... ¿Para qué preguntárselo? Don Miguel Ángel Revilla, el gran envidiado de ZP. Revilla es un político con carisma y resto son tontadas, claro lo malo (¿malo?) es que es regionalista y además del norte. El hombre que más da la mano a la gente, le debe de quedar guapa… Luego contaré su especial idilio con el jefe avantista.
Luces azules en Toreno cuando son las dos de la tarde aproximadamente, la Reina. Sergín el director de la armonía gaitera de Pixuetolandia cumple lo que me prometía la tarde anterior y lo que hace año tras año. –Chicos, gaitas arriba. Queimada- Por eso tanta gente por el mundo cree que sólo existe una canción para banda de gaitas asturianas.
Pero la aparición de mayor expectación y que mayor sensación causó no fue un político, ni un aristócrata, ni un premiado, ni un invitado, ni (todavía) un periodista. La persona que más furor creó, como todos sabéis, y que se llevó la contraportada de los medios (que otros años lo hacíamos los músicos) fue Sara Carbonero. Pero que casualidad que cuando, la novia de Iker Casillas apareció por la puerta, nosotros estábamos tocando.
Por fin a las dos y media cobramos nuestro cuantioso sueldo: pote de berzas, lacón asado (que alguno descubrió como beicon de to la vida ¿¿??) y la esencia del arroz con leche que cuando me lo sirvieron estuve por decir –aquí van otros dos ¿eh?-. Tras la comida, que algunos sustituyeron por basurina del Burriquín (-¡Déjaime acabar el pote!-), cabe destacar la sospechosa aparición de un cartel de aseos es la espalda del jefe de armas de Avante (-Xuacu Amieva: Deja el coso ese de aseos ahí-; -Murray: ¿El qué?-), habrá que llamar a Grisson o a alguno de estos para descubrir causante del extraño suceso.
Tiempo muerto, hasta que fuésemos a General Yagüe a formar, que sería algo así como a las cuatro y media.
Somos los primeros en llegar pero al poco van llegando el resto. Por cierto, pasaron por allí con mucha prisa unos muy elegantes Manfredo Álvarez y Bea Otero de Tiempo Añadido de RPA. Todos preparados, diez minutos esperando a los de siempre. La banda de Ramón García tiene que aparecer desfilando y no sé por que. Por fin a falta de una hora para la ceremonia desfilamos. De verdad, aunque no lo parezca tenemos más canciones que Queimada.
Pero para Queimada la nos esperaba delante del Campoamor. Como somos la banda más importante que no da las campanadas, nos colocaron en la honorífica posición que el espectador puede observar detrás de los coches de los que se bajan los premiados.
Que bien se ponía la cosa, pese al cansancio íbamos a ver de cerca entre otros, a los héroes del fútbol español o (otros que no soy yo) a los Príncipes. ¿Bien? Lo que no nos esperábamos era la cansina queja de los ciudadanos que teníamos detrás. De los famosos llevo aquí desde las tres esperando o tol día esperando pa que os pongáis delante pasando por este guaje no para parez que tien lombrices en el culo a lo que si que nunca nos esperábamos, los insultos: putos gaiteros, les voy a meter la gaita por…, carapijos, gilipollas, gentuza…. Legó al punto que nos gritaran todos a una ¡FUERA! ¡FUERA!, antes de la llegada del presidente del Principado (al que los que lo veían por televisión creían destinatario).
Así que como comprenderéis la siguiente sucesión de invitados y premiados no nos fue tan grata como creíamos y, por lo tanto, su crónica no será como debería.
Si alguno, estuvo alguna vez en el entorno del teatro Campoamor en los minutos previos al acto central de los Premios, sabrá que no todo el mundo llega en coche, los invitados prefieren el ALSA (cosa llamativa) o la interesante cola de la alfombra azul. Y es que la mayoría de los invitados entra al teatro como cualquier hijo de vecino a una discoteca cuando es invitado a una fiesta privada. Forman una inmensa cola desde el hotel Reconquista hasta la entrada del Campoamor con la invitación en la mano, la diferencia es que en esta cola no te encuentras a tus colegas de clase o del pueblo, ni tu primo el de Xixón, sino que son periodistas, pintores, aristócratas, escritores…
Entre otros por allí aparecieron: quien sabe si el próximo presidente del Principado Javier Fernández; don Luis del Olmo; el sabio de Hortaleza Luis Aragonés; Juan Ramón Lucas con su mujer, el mismo frac del año pasado pero sin el tío Milín; la ministra de Ciencia (creo que sigue siendo) Cristina Garmendia, la de Cultura y Censura Ángeles Glez-Sinde y la nueva ministra de Sanidad, estrenando cargo, Leire Pajín (no haré mención como otros tantos ni a su nombramiento ni a sus morritos). Apareció pletórico el presidente cántabro que se fundió en un largo abrazo con Sergio, presidente de Avante Cuideiru. A la salida volvió, escuchó nuestros ¡Revilla, auténticu! , ¡Gallu!, ¡Ya podíamos tener políticos aquí como usted! y firmó autógrafos de admiradoras (que lo fueron sólo ese día).
Desmejorado, como Fraga que apareció en su furgo, se vio también a Antonio Masip. Al que fuera alcalde de Oviedo, con sombrero y apoyado en una muleta, le eran costosos sus pasos. Más políticos y ex políticos (o como si lo fueran): Ovidio Sánchez, Fernando Lastra y Paloma Saiz, Sergio Marqués, Juan Álvarez…
Los primeros coches en llegar traían también los primeros vítores. Antonio Trevín con el candidato y actual cuasi-ministro de Deporte Jaime Lissavetzky y en el otro coche, el presidente de la RFEF, Ángel María Villar y ¡¡Florentino!! Pérez.
Le siguieron el de los investigadores contra el dolor, el del escritor libanés Amin Maalouf, la jefa de Manos Unidas con una cooperante africana, los arqueólogos de los Guerreros del Siam, el energico y entusiasta de la alegría asturiana Richard Serra, etc.…
Por supuesto los más esperados eran los de la selección de la Selección Española de Fútbol, que eran esperados por cientos de personas preparadas para glayar y con las, no permitidas, cámaras en ristre (-Sergio, tienes la cámara colgando del cuello. -Ah no, esto ye de adorno-).San Íker, Ramos, el pequeño Navas, Capdevilla (siento no ponerle cara), el león Llorente (por cierto es verdad, es un enano de jardín…), Javi Martínez, Marchena, el gran Xuanín Mata (la representación asturiana), el cerebro español Xavi y, cosa que me llamó tremendamente la atención, un muy serio Pepe Reina quien representó a sus compañeros hasta ese momento pues fue el primero en llegar el día anterior.
Poco más se puede añadir desde mi punto de vista, lo tenéis todo en los periódicos digitales y en Youtube. Yo ya me enrollé bastante pero me queda un tema por remarcar.
Cuando volvíamos a donde estábamos para la clausura, me quedé mirando la gran pantalla de la plaza de la Escandalera, le entregaban el premio a la Selección, esa que tanto nos hizo disfrutar hace ya dos años con ese heroico transcurrir del Europeo y la que nos hizo tocar la gloria del deporte este verano en Sudáfrica.
Nunca dudé de que Vicente del Bosque fuera un gran tipo, pero ese día me convencí de que era algo más, es un paisano. Los asturianos, tenemos varias acepciones para este término: adulto de género masculino, habitante de tu misma tierra y señor, noble, respetable, honorable, grande… y todos los adjetivos que se puedan dar a, en este caso, un profesional que sabe reconocer la obra de sus compañeros, que agradece las bases de su trabajo y que reconoce el trabajo compartido y la gran figura de su predecesor. Pero el político (por no llamarlo de otra manera, político ya es bastante) de Ángel María Villar, que nada pinta en la foto, que como todo político sólo piensa en la imagen y en los pinchinos de después; carece de toda valoración moral puesto que al él nadie lo llama y no es premiado por nadie.
Pues como en todo, hubo momentos para recordar y para olvidar, imágenes para archivar y para borrar, artículos para leer y para (como éste) aburrir; luces y sombras. Sombras más que nada porque ya anochece en este frío día de la estación de gris y marrón.